"... Ella caminaba por el fondo como si nadie existiera, de no ser así, poco importaba su presencia. De tanto en tanto se agachaba con esfuerzo para arrancar esos malditos yuyos que tapaban sus retoños, maldiciendo a aquel que dijo que todo lo que crece tiene valor, que hay que dejarlo vivir, cumpliendo su propósito. 

Yuyo... ¿Cómo puede ser útil un yuyo? sólo molesta y no deja crecer a mis pobres plantitas... bufaba y volvía a agacharse con esfuerzo.

Ella juntaba latas y potes de todos los tamaños, de cualquier color, no respetaba la leyes de la estética a las que yo tanto me aferraba. 

Y yo tan joven... y ella tan vieja...

Y yo, llena de teorías que iba acumulando, y ella, atrapada en sus creencias...

Las dos caminabamos por el fondo, protestando, peleando, charlando, pintándonos con tierra,  escuchándonos y,  sin darnos cuenta conociendo una parte desconocida de la otra. 

Las plantas siempre fueron parte de mi vida... esas mismas plantas que nunca supe cuidar... que ironía...tampoco supe cuidar muy bien mi vida...

Y un día, ella casi no pudo caminar mas, pero se esforzaba con un andador para llegar al fondo, allí donde nadie existía solo ella y sus plantas, "Mi abuela" la cuidadora de plantas.

Ella vivía como si nadie existiera...  Cuidando con todas su posibilidades a sus amadas plantas.